La práctica del yoga es considerada una herramienta muy eficiente contra el estrés, ya que es una práctica de relajación. Pero, ¿por qué y cómo puede la práctica del yoga bajar los niveles de estrés?

La práctica de yoga, al contrario de lo que vemos en las redes sociales, es mucho más que  torcer el cuerpo en posturas impresionantes. Porque aparte del físico, trabajamos nuestra mente, aprendemos a controlarla mediante la respiración y la meditación, lo que nos puede ayudar activamente a influir sobre la sensación de estrés.

Podríamos decir que nuestros pensamientos funcionan como gasolina para el estrés. Y nuestros pensamientos están dirigidos e influenciados, entre otros, por nuestros sentidos. Cuando practicamos yoga, intentamos recoger nuestros sentidos y enfocarlos hacia dentro, hacia lo que ocurre dentro de nosotros. Una de las herramientas más eficientes para llevar nuestra conciencia hacia el interior es la respiración y llevar la atención de todos nuestros sentidos sobre ella.

EJERCICIO: Postura del cocodrilo, Makarasana

Postura corporal:

1. Nos tumbamos sobre el suelo, tocándolo con el pecho.

2. Las piernas extendidas y abiertas al ancho de la esterilla o de los hombros y las manos tocando los codos contrarios.

3. La frente se coloca sobre los antebrazos.

4. Dejamos quieto el pecho y relajamos la zona abdominal.

Aquí, entre abdomen y pecho se encuentra nuestro diafragma; relajando esa zona del diafragma calmamos la mente.  Y no solo eso, esta postura también nos ayuda a relajar los músculos paraespinales de la espalda y la zona lumbar, creando espacio entre las vértebras.

La postura nos conecta bien con la tierra debajo de nosotros, para una sensación de estar enraizado. Por último, también nos va a ayudar con el ejercicio de la respiración diafragmática, porque tocamos el suelo con esta zona lo que nos facilita sentir y entender los movimientos de este músculo.

Respiración:

1. Dejamos caer todo el cuerpo, sentir más peso en la cabeza, las piernas, los brazos, la cadera.

2. Dejamos todo el cuerpo fundirse con la esterilla o el suelo que tenemos debajo.

3. Llevamos nuestra atención hacia la respiración, de momento solo observando la respiración natural, no intentando tomar control.

4. Nos imaginamos el recorrido del aire: notamos como entra por la nariz, notamos la temperatura del aire, inhalando aire fresco. Seguimos notando como baja por la garganta y notamos como el aire entra en nuestros pulmones. Sentimos la expansión de la caja torácica y a lo mejor de la zona abdominal. Y al exhalar vamos al revés, notamos como la caja torácica se vuelvo a contraer, notamos tensión en la zona abdominal, el aire sube, pasa la garganta y la faringe, y vuelve a salir por la nariz. Notamos como el aire se ha calentado en solo una inhalación y exhalación.

5. Y empezamos a respirar conscientemente con el diafragma. Llevamos atención a la zona entre el ombligo y las costillas, relajando el diafragma con la inspiración, contrayéndolo al exhalar.