En realidad, la leche es un producto para cuidar a los recién nacidos con nutrientes y hacerlos crecer muy rápido hasta que adquieren la habilidad de comer de manera independiente. De este modo, necesitan hormonas de crecimiento y cada especie tiene unas condiciones y unas necesidades diferentes.

Por este motivo, la leche de cada especie contiene diferentes hormonas de crecimiento. Por ejemplo, la leche de vaca contiene muchas más hormonas y hormonas diferentes que la leche humana y por ello no debería ser consumida por otra especie. En realidad, el organismo humano no está hecho para transformar la leche de animales.

Por ejemplo, la leche de vaca contiene caseína, una proteína de la leche y nosotros no tenemos las enzimas para deshacerla por completo. La consecuencia es que grandes partes de la proteína quedan en el aparato digestivo, molestando a la flora intestinal. A continuación, estas partes de la proteína llegan a la sangre y por eso causan reacciones alérgicas y reacciones en el sistema inmunológico.

Otro problema es que hoy en día, las vacas son cebadas con hormonas para la explotación de animales y el periodo de ordeño es mucho mayor. El resultado es que la leche se convierte en un producto sintético, con muchas hormonas, sin nutrientes y poco saludable.