El aprendizaje causal consiste en establecer relaciones causa-efecto entre dos eventos. La contingencia es una relación causal.

Las personas estamos estableciendo relaciones de causalidad a cada momento. Sabemos que si le damos al interruptor de la luz, se enciende; cuando tiramos de la cisterna, sale el agua que limpia el retrete; cuando presionamos el botón de la cafetera, obtenemos café; cuando saludamos a nuestro vecino, nos devuelve el saludo, y así sucesivamente. Este tipo de relaciones se establecen desde muy temprano. Los bebés saben que si lloran, sus padres le atienden. Establecer este tipo de relaciones entre los eventos nos permiten predecir los eventos, y de esta forma controlarlos y comprenderlos.

La contigüidad temporal entre dos eventos es una de las claves que más frecuentemente usamos para construir relaciones causales. Si dos estímulos se suceden en un estrecho intervalo temporal, y además lo hacen con cierta frecuencia, es muy probable que pensemos que entre ambos existe una relación causal. Sin embargo, la mera contigüidad entre eventos es insuficiente para concluir casualidad.

Por ejemplo : generalmente, los niños van de azul y las niñas de rosa, es decir, el sexo y el color son dos variables que suelen aparecer juntas pero una no causa a la otra, es decir, el color rosa no es la causa del sexo femenino ni el color azul es la causa del sexo masculino. Esta relación nos parece ridícula, y nos resulta fácil ver que no existe relación causal, no obstante, es fácil que caigamos en la tentación de establecer relaciones de causalidad donde solo hay contigüidad.

Por ejemplo, es fácil escuchar a profesores decir que tienen niños introvertidos que sacan malas notas, con lo cual ser introvertido es la causa del mal rendimiento, pero ¿qué pasa con los que no son introvertidos?, ¿tienen todos buenas notas? Esta segunda parte la ignoran, de ahí que sus afirmaciones sean erradas. Y algunos van más allá y proponen que si mejoran la extroversión del alumno pueden mejorar el rendimiento. Este tipo de relación es como si un niño de 12 años dice «cuanto más cosas sé, más grande es mi pie», con lo cual «voy a aprender mucho y mi pie crecerá». Esto es imposible porque aunque el tamaño del pie puede estar relacionado con el grado de conocimiento, los niños conforme van creciendo van sabiendo cada vez más. Imagina que estudiamos el tamaño del pie y el grado de conocimiento de niños de primaria entre 6 y 12 años. En este caso, es probable que los resultados muestren correlación (asociación) positiva entre el tamaño del pie y el grado de conocimiento: aprenden a leer, sumar, multiplicar, ciencias naturales y sociales, inglés, deportes, etc.), sin embargo tal asociación no significa que uno sea la causa de otra. Quizás hay una tercera variable que pudiera explicar las dos, como la maduración o crecimiento del niño. Para que un evento sea la causa de otro siempre que esté presente el evento 1 (llamémosle causa) debe estar presente el evento 2 (llamémosle efecto) y cuando esté ausente el evento 1 debe estar también ausente el evento 2, con lo cual si el evento 1 está ausente y el evento 2 se produce no puede haber relación causa-efecto entre los dos eventos. Esta segunda situación se tiende a ignorar.

Esto es, si nos dicen que un medicamento ha funcionado en el 80 % de las personas, significa que de 100 personas que han tomado el medicamento ha funcionado en 80, pero ¿cuanta gente no ha tomado el medicamento y se ha curado?

Esta segunda parte también hay que tenerla en cuenta porque si todas las personas que no se toman el medicamento también se curan, significa que el medicamento no es eficaz, es decir, da igual que se tome o no el medicamento, la gente se cura en cualquier caso. Ignorar esta segunda parte tiene consecuencias importantes en la vida de las personas.

Por ejemplo, hace algún tiempo, se puso de moda comprarse una pulsera que según se decía favorecía la salud. Las personas solo atendían a que los que llevaban la pulsera estaban sanos, pero ¿cuántos no llevaban la pulsera y también estaban sanos? Este último tipo de información se tiende a ignorar, lo que se ha propuesto que puede contribuir a formación de ideas supersticiosas. Si me pongo el pantalón rojo y saco buenas notas, entonces me pongo siempre ese pantalón para sacar buenas notas. Muchos deportistas tienen conductas estereotipadas que hacen antes de hacer un lanzamiento a canasta, tirar una falta/penalti, o hacer un saque en tenis. Todas estas conductas son «amuletos» que las personas piensan que le van a dar suerte. Este fenómeno es conocido como la ilusión de control, según la cual las personas piensan que controlan su medio (las consecuencias) a través de ciertas conductas (de seguridad) que nada tienen que ver con las consecuencias. La ilusión de control es poco frecuente en depresivos.

Para probar si un programa de intervención (o un tratamiento) es eficaz se necesita, al menos, un grupo experimental al que se le aplica el programa y un grupo de control, al que se le aplica un programa alternativo, o ningún programa. Se medirá antes de aplicar el programa la variable a estudiar (pretest), y también al finalizar el programa (postest). Imagina que al principio el grupo de control y el grupo experimental presentan el mismo nivel de aprendizaje y al finalizar también. En este caso, el programa no ha funcionado porque tanto si pasó el programa como si no, los niños aprenden igual. Solo puedo decir que el programa funciona si el grupo experimental presenta mejores puntuaciones de aprendizaje en el postest que el grupo de control. Es frecuente escuchar a profesionales comentar que no se necesita un grupo de control para ver si el programa de intervención es eficaz, sólo si mejoran los niños al finalizar el programa demostraría la eficacia del mismo, ellos aseguran. Este pensamiento indica que ignoran que los niños pueden mejorar por muchos motivos ajenos a la intervención como el paso de tiempo o la repetición de las pruebas que se suelen pasar antes y después del programa.

En resumen, saber establecer relaciones causales es fundamental para nuestra vida y nuestra profesión porque no saberlo nos lleva a error. La pregunta que surge sería ¿Por qué las personas ignoran la posibilidad de que si se da la consecuencia en ausencia de la causa falsaria su hipótesis?  Las personas somos grandes verificadores, tendemos a confirmar nuestras hipótesis, y no tendemos a falsarlas, paso fundamental del método científico.